Hay una profunda vocación en nuestro proceso creativo de hurgar en las cualidades atemporales que encontramos en la naturaleza de las diversas culturas. Allí es donde encontramos la inspiración para nuestra memoria, transmitiendo su mística a través del manejo de la luz, la materia y el espacio. Captar lo primitivo, lo esencial, lo artesanal y llevarlo a una dimensión tectónica contemporánea.
El volumen principal se recuesta al lado noroeste del terreno, en donde es una incisión en el suelo la que define al recinto. Los elementos de apoyo que lo estructuran, reciben de manera noble y sutil a una serie de vigas de hormigón visto, cuya situación responde a un patrón de funciones determinadas. Entre vigas y como elementos de cierre, se plantean losas de hormigón con inclinaciones alternadas, un techo verde con vistas generosas a y para los edificios colindantes. El resultado es un volumen de economía constructiva, funcional y formal.
Observando el edificio desde el frente de acceso, el espacio nos invita a descender hacia su interior. Tras sumergirse en el entramado de vigas de concreto y pérgolas, atravesando un sendero de múltiples sensaciones y luces filtradas, La pausa se activa automáticamente. Este espacio fue pensado como transición y expansión de los talleres, oficinas administrativas y servicios. Patios de espera, descanso y juego que se desarrollan en ambos extremos del volumen principal. La fachada interior se abre hacia su patio, mientras que en la parte posterior se encuentra una fachada más cerrada, un patio jardín de usos múltiples y una agroteca.
Categoría Edificio Cultural
Ubicación La Molina, Lima - Perú
Cliente Municipalidad de la Molina
Diseño Oscar Gonzalez Moix
Equipo de trabajo Beatriz Rodríguez, Angela Leva, Rodolfo Rey, Daniela Chang, Jorge Sandoval, Betzabé Gutiérrez
Superficie construida 450 m2
Año 2016
Fotógrafo Ramiro del Carpio
Publicaciones CASAS nº249 (Set. 2017). 29 Lima. Architetture e Interni Urbani. Corriere Della Sera (2017). Fina.